Puede que de este todavÃa enigmático pueblo se piense, por lo general, que forma una unidad étnica con sólo diferencias circunstanciales provocadas por las coyunturas vivenciales a las que se han visto obligados.
En efecto, los gitanos de Francia, HungrÃa, Alemania, Rumania, etc., muestran diferencias lingüÃsticas, sociales, etc., que no se pueden –o podÃan, hace décadas-, considerar esenciales como para distinguirles más allá de aquellas de las diferencias que ellos mismos mantienen, y que vienen impuestas por las tribus a las que cada uno pertenece desde tiempo inmemorial. Pero la etnia es la misma, en todo caso.
El gitano español, sin embargo, aunque pariente del resto, parece que se distingue incluso étnicamente de aquellos otros más numerosos. Historiadores e investigadores aún no han podido dilucidar el misterio del origen de estos nómadas milenarios, y no son pocos los españoles, que, como José Carlos de Luna, han llegado a conclusiones, relativas eso sÃ, pero explÃcitas, de que el gitano español es “otra cosa”, quizá descendiente de los getas o xetas, uno de los pueblos que hallaran cobijo en la PenÃnsula Ibérica - en su Sur -, en tiempos remotos, junto a iberos, persas, fenicios, griegos, cartagineses, romanos y escitas o getas.
La otra etnia gitana resulta, al menos en apariencia y por comparación, originaria de la India. Su piel resulta más atezada e incluso definitivamente negra o muy oscura, del tipo del patán y otras razas negras o negroides de aquel inmenso subcontinente, hoy paÃs. El mencionado José Carlos de Luna, pensó que los gitanos españoles descienden de la emigración de un pueblo sumerio-acadio primeramente instalado en la cercanÃa de Egipto, y después expulsado (quizá por Ramsés III) y obligado a buscar otras tierras. Dice, que tales gitanos sólo los hay en España. En el sur, en AndalucÃa.
Los otros gitanos llegaron más modernamente a la PenÃnsula a través de Francia. Son los que en España llamaron húngaros y zÃngaros. ProcedÃan de Centroeuropa y sus rasgos, por comparación, son fáciles de asimilar a los de ciertas etnias indias. Por supuesto, estos húngaros, los de los carromatos y los misterios; los osos bailarines, la mala fama y otras leyendas de todo tipo, se asimilaron a los gitanos españoles (y no al revés), hasta confundirse con ellos… en apariencia. Porque el gitano bético –español-, sentÃa antaño una cierta animadversión por el húngaro, por esos “hombres negros del Zend” (de ahà posiblemente el término zÃngaros).
El Gitano Español o Bético es, pues, cosa aparte. En cierto modo está asentado y desde hace siglos pertenece a la historia de España y de la PenÃnsula Ibérica.
No ha dejado de ser nómada del todo, pero en comparación con el gitano europeo de origen indio, se puede decir que el bético ha llegado a asentarse. En ciudades como Barcelona y Madrid, ocupan parte de ciertos barrios desde hace varias décadas. El conocido barrio madrileño de Lavapiés, antigua juderÃa y morerÃa, alberga a numerosos gitanos béticos de los más puros, étnicamente hablando, que han ido integrándose, no sin dificultades, con el resto del barrio payo, hasta la aparición de las últimas oleadas de emigrantes extremo orientales y magrebÃes que actualmente lo han ocupado en buen número.
En cuanto a la música, el folklore arábigo-andaluz lleva la huella del gitano bético tan adentro que ciertos géneros y estilos bien puede decirse que son propios de ellos, aunque se tengan por ser de AndalucÃa. El mal llamado “flamenco” es en su conjunto, mayoritariamente, de origen gitano. Éste lo ha enriquecido con sus propios cantes y música. El sustrato musical de origen gitano es, en España, indudable.
Y de ello son buena muestra los siguientes: La debla, la liviana, el martinete, la seguiriya gitana, la saeta, e incluso las soleares, tan admiradas por el poeta Manuel Machado. También la toná es gitana, que se parece a la seguiriya y que como el martinete se acompaña sólo de la cadencia de los martillos sobre el yunque en donde se domeña el hierro al rojo o al blanco vivos. Es cante de fragua, que fue el de herrero, el oficio favorito del gitano español, y aún del europeo, famoso por su calidad y brillantez.
Éstos mencionados, son algunos tipos de “cantos”, conocidos entre los auténticos entendidos, más allá de las torpes parodias dedicadas a turistas y a “aficionados” poco, o nada exigentes.
Más que famosos, mÃticos, fueron cantaores como Enrique Ortega o Manuel Torres, Manolo Caracol, Paco el de la Luz, etc. Al igual que cantaoras (que en esto entre la gitanerÃa hispana hay menos machismo del que se dice). Cantaoras famosas hay tantas como varones, pero, sobre todo, bailaoras: Rita Ortega, Concha la Carboneras, la Camboria, etc. A la Serra, cantaora, se le deben coplas como ésta con la que se cierra un TECLA con tanto “sabó…”:
Yo le pido a Dios
Que tú me mires con los mismos ojitos
Que te miro yo
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