La hija modelo de Phil Collins levantó ayer, con su famoso apellido, la tercera edición de un certamen que ha perdido mucho peso
Si a las pasarelas se les controlara el peso, igual que hace Cibeles con las modelos, es posible que la actual Pasarela Barcelona no diera la suficiente 'masa corporal', o corporativa en este caso, para poder desfilar. Su tercera edición comenzó ayer en la Ciudad Condal con síntomas de incipiente raquitismo: escasa subvención pública, nulo patrocinio privado, pocos diseñadores de renombre, una remodelación integral aún por llegar...
Ante semejante panorama, más lánguido que una modelo de talla 34 en ayunas, la firma de moda TCN decidió abrir los desfiles con una inyección de vitaminas. Y puso al frente de la pasarela a una jovencita de sólo 17 años y apenas metro sesenta y cinco de estatura, pero dueña de un apellido con el peso internacional suficiente como para que se hable mucho de ella. Lily Collins, hija del cantante y ex batería de Genesis Phil Collins, con su gorrito de lana rematado en un pompón, su vestidito vaporoso y sus medias de colegiala, salvó ella solita los pocos muebles que quedan.
La metáfora de lo que está ocurriendo con Pasarela Barcelona se había producido, en el 'backstage', minutos antes de que comenzaran los desfiles, cuando tres señores trajeados empuñaron tres tijeras y cortaron en tres trozos una cinta estampada con la 'senyera'. «Esto ya lo hacíamos antes del tripartito», aclararon. Esos tres caballeros eran Josep María Donat, presidente de Pasarela Barcelona, Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, y Emili Valdero, secretario del Departamento de Comercio y Turismo. Así, en silencio, quedó inaugurada Pasarela Barcelona. El acontecimiento, que se clausurará el jueves, cuenta con una aportación de la Generalitat de 1.250.000 euros, casi la mitad de lo que solía ser habitual.
Pese a la dieta económica, la pasarela ha logrado reunir a veinte diseñadores, entre ellos Antonio Miró, Custo, Hannibal Laguna, Armand Basi, Totón Comella y Sita Murt. En los desfiles de ayer se vieron largos del maxi al mini, colores plata y oro, pieles teñidas y vestidos 'baby doll'. Es decir, un poco de todo.
Gori de Palma, el más aclamado
El diseñador Gori de Palma, el más aclamado de esta pasarela, ha propuesto para la mujer elegancia y sado, según la hora del día, y Miriam Ponsa ha optado por los grises para una nueva temporada que, de momento, en esta Pasarela Barcelona la mayoría ha planteado muy grisácea
Laura Sangrá
Gori de Palma ha declarado a Efe que su nueva colección, "Amante, querida, P...", se inspira en la película homónima de Barber Schroeder para idear una mujer que "de día es elegante y de noche es sadomasoquista", y también ha reconocido que ha bebido "de la primera etapa de Balenciaga", a la que ha añadido "un punto de sastrería, de elegancia y alta sociedad".
La puesta en escena, a cargo de Óscar -que capitanea la firma Gori de Palma junto al propio diseñador-, ha destacado por los zapatos de charol y alto tacón que algunas modelos llevaban en la boca, piezas de "una gente de Los Ángeles que trabajan el 'bondage", ha declarado Óscar.
Preguntados sobre el significado de la "P..." del título de su nueva colección, Óscar ha asegurado que se refiere a "primorosa" porque "queremos retomar esa palabra en desuso, que suena como a la época de Machín", para luego, ante la sonrisa irónica de Gori, asumir que es la inicial de "puta".
Sin atisbos de color, el mallorquín Gori de Palma ha vestido de negro riguroso a una mujer que de día luce abrigos de paño con chorreras, baberos y volantes, para exhibir en la noche transparencias y faldas de tubo de cintura muy marcada.
Por su parte, la manresana Miriam Ponsa ha puesto en escena sus diseños con una coreografía muy sutil que, sin llegar a tener el preciosismo que tuvo ayer la de Txell Miras, ha conseguido desmarcarse de la friura que impera en muchos de los desfiles.
Una modelo acurrucada al principio de la pasarela se ha ido desperezando a medida que se hacía la luz hasta incorporarse del todo e iniciar el desfile "Naissence", de Miriam Ponsa, al ritmo de "Bigmouth strikes again", de The Smiths, en el que los modelos se han ido dando la mano al cruzarse en la pasarela.
Miriam Ponsa ha concebido la próxima temporada invernal absolutamente en gris y muy juvenil, puro 'streetwear' con toques 'skater' que, tanto para chicos como para chicas, por momentos ha rozado el aspecto harapiento debido a las botas hechas de retales y las faldas de pedazos cosidos al bies.
La diseñadora manresana ha osado reinventar -con éxito- la clásica parka 'fishtail', típica de la cultura mod, al añadirle frunces en mangas y capucha.
Por la mañana, la firma Armand Basi ha presentado en la Lonja del Mar su colección "Armand Basi One", colmada de volúmenes en hombreras y perneras, mientras que Joaquim Verdú ha reinventado a Caperucita Roja con un vestido de cola y con bolsillos en el que la capucha nacía del profundo escote.
Armand Basi ha vuelto a hacer alarde de su inigualable creatividad en cuanto un abrigo de pieles resultaba ser un vestido, y unas mangas que de tan abultadas se juntan en la espalda y la esconden, a la vez que unos guantes de piel azul añil, de tan largos, hacen las veces de mangas.
Al mediodía, el diseñador barcelonés Joaquim Verdú, a la búsqueda de unas prendas de sport sofisticado que den comodidad absoluta, ha mostrado unos patrones para la próxima temporada que insinúan pero no marcan.
Verdú ha puesto el broche final de su desfile con una Caperucita Roja elegante y cómoda a la vez, vestida de pies a cabeza de una pieza por un vestido rojo "Pasión", como el nombre de la colección que ha presentado Verdú.
Martes, 16 de enero de 2007
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